¿Y qué sentiste cuando sobre ti
descansó sus labios?
¿Y qué pensaste cuando en tu cuerpo
descargó el cansancio?
¿Y qué hay de aquel día
en que enfermó a ratos?
¿Y qué era lo que le sucedía
cuando rompió en ti en llanto?
¿Cuántas noches compartieron?
¿cuántos días? ¿cuántos años?
¿Cuántas cosas decidieron
mientras él estaba a tu lado?
¿Cuántas frías madrugadas
calentó él con sus manos?
¿Cuántas largas desveladas
le acompañaste pensando?
¿De cuántos sueños fuiste cómplice,
y te hacía sentir humano?
¿En cuántos despechos fuiste
la única en consolarlo?
Fuiste tú, sin duda, tú
quien lo esperaba a diario.
Fuiste tú, su almohada,
su refugio más preciado.
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